LA CASA DE LOS SIETE TEJADOS. Nathaniel Hawthorne

os familias, una maldición y una misteriosa muerte. Con dichas palabras podríamos traspasar, ahora mismo, el umbral de esta espléndida novela de Nathaniel Hawthorne que arranca en la supersticiosa y rígida Nueva Inglaterra del siglo XVII, durante la Caza de Brujas.
Habéis de saber que todo empezó porque el Coronel Pyncheon se encaprichó del terreno del viejo Maule y, no pudiendo conseguir la tierra por las buenas, acusó al pobre anciano de brujería. Antes de morir ajusticiado, el viejo Maule lanzó su maldición: “Dios le dará a beber su sangre”. Imaginaos el revuelo que causaron sus palabras, un revuelo que muchos creyeron que se diluiría con el paso del tiempo, como sucede con los chismorreos en las pequeñas comunidades.
Mas no fue así pues, tiempo más tarde, al edificar el Coronel Pyncheon su mansión, La Casa de los Siete Tejados, sobre la parcela del “brujo”, el mismo día de la inauguración los asistentes descubrieron, horrorizados, al viejo Pyncheon ahogado en su propia sangre sobre la mesa de su despacho.
La maldición de Maule había caído sobre la Casa de los Siete Tejados…
Siglo y medio después descubriréis que algunos de los descendientes de Pyncheon siguen viviendo en la misma casa solariega y sentiréis una opresiva atmósfera de inquietud y dolor. Al traspasar la puerta de la Casa de los Siete Tejados os encontraréis con la Señorita Hepzibah, una melancólica solterona que vaga, como alma en pena, por el caserón y que, en su vejez, se ha visto obligada a abrir una pequeña tienda en la planta baja y a alquilar una de las buhardillas a un joven bohemio de nombre Holgrave para poder salir de sus apuros económicos (¡ella, que venía de noble cuna, obligada a trabajar como una tendera!). Pero su descenso en el escalafón social no es la única de sus penas pues Hepzibah también se va a tener que hacer cargo de su hermano Clifford quien, tras haber pasado los últimos años en prisión por un turbio asunto, ha regresado, profundamente trastornado, al hogar que le vio nacer.
Sin duda, la maldición de Maule parece haberse cebado sobre algunos de los descendientes de Pyncheon mas no sobre otros, como el Juez Pyncheon, vivo retrato de su antepasado el Coronel, cuya riqueza y prestigio le han hecho merecedor del respeto de la comunidad a excepción de sus primos Hepzibah y Clifford, únicos testigos del puño de hierro que se oculta bajo su “honorable” mano…
¿Es posible desterrar a la oscuridad cuando ha reinado durante tantos años sobre un mismo sitio?. Hepzibah y Clifford parecen haberse resignado al yugo de la antigua maldición y no son conscientes de que tan sólo un rayo de luz ya es suficiente para disipar las tinieblas y, en esta historia, el “rayo” se llama Phoebe Pyncheon, una pariente lejana que con su juventud, carácter risueño y sencillez despertará en los hermanos la esperanza de romper con el pasado y emprender una nueva vida.
Al fin y al cabo los muertos no tienen poder sobre los vivos. Sin embargo, las maldiciones pueden no querer irse, sobre todo cuando hay vivos dispuestos a ser sus heraldos…
LO QUE MÁS ME HA GUSTADO
*Esta espléndida novela, con sus ritmos pausados, me recuerda a esos cuadros costumbristas con escenas cotidianas que atrapan la atención del espectador con sus detalles, atmósferas y personajes. He leído esta historia en dos ocasiones, a lo largo de los años, y en ambas “viajé”a la casa de Hepzibah y Clifford quedando atrapada en su halo de misterios e interrogantes sobre la predestinación y el libre albedrío, cuestiones de gran importancia para Hawthorne quien, nacido en la famosa Salem de Nueva Inglaterra, bebió de las fuentes puritanas en las que la religión, la moralidad, la culpa y la superstición jugaban un papel fundamental que puede verse no sólo en esta novela sino también en su célebre “La Letra Escarlata”.
*Aunque la novela se abre bajo una atmósfera opresiva, donde parece que todo es inamovible, irrumpe en ella con fuerza la idea de la libertad y de tomar las riendas del propio destino con valentía, fe y esperanza incluso en aquellos momentos más oscuros. Mensajes e historias como éstas no sobran nunca ni en la biblioteca ni en la vida de ningún lector.
UNA NOVELA IDEAL PARA HALLOWEEN
Ahora que estamos en vísperas de Halloween y Todos los Santos, la lectura de “La Casa de los Siete Tejados” resulta propicia por sus fantasmas y su atmósfera sobrecogedora. Disfrutaréis con esta historia de intriga y secretos que claman por salir a la luz pero, además, podréis apreciar de primera mano la calidad de la prosa de Nathaniel Hawthorne, una de las primeras figuras de la narrativa norteamericana junto a Washington Irving, Herman Melville o Ralph Waldo Emerson. Con su forma de narrar y expresarse, el escritor de Salem invita a los lectores a salir a la palestra para que tomen partido por ciertos personajes, que les despertarán simpatía y ternura, y rechacen de pleno la presencia de otros ciertamente despreciables.
Además de esta novela y “La Letra Escarlata”, Hawthorne escribió, entre otras, “El Fauno de Mármol” así como una colección de cuentos para adultos (“Musgos de una vieja casa parroquial”, “Cuentos contados dos veces”) y para niños (“Libro de las Maravillas para chicos y chicas”), sin olvidar sus famosos “Cuadernos norteamericanos” donde plasmó ideas para futuros relatos y que han sido alabados por autores de la talla de Jorge Luis Borges, Paul Auster y John Updike.
Aunque estamos en esa época del año en el que los días se acortan y las noches son más largas, deseo que “La Casa de los Siete Tejados” os recuerde que la luz, por pequeña que sea, quiebra la mayor oscuridad.
P.D: Si buscáis más novelas con escenarios neblinosos, espíritus y leyendas podéis echar un vistazo a la Lista de Lecturas para Halloween que publiqué el año pasado.