«IMPRESIONANTES» IMPRESIONISTAS… DE AMÉRICA

Cuando nos hablan del Impresionismo nuestra mente evoca a los pintores franceses como Manet, Monet, Renoir, Pissarro… es lógico puesto que Francia fue la cuna del movimiento Impresionista, esa insólita y revolucionaria puesta en escena donde la Naturaleza es captada, en su fugacidad, a través de rápidas pinceladas de infatigables artistas en su empeño por plasmar los efectos de la luz y la sombra en los tonos del paisaje.
Pero los franceses no fueron los únicos que sucumbieron a esa nueva forma de ver la Naturaleza, a ese deseo de atraparla entre los marcos de sus lienzos, y prueba de ello la encontramos en la magnífica exposición que, actualmente, el Museo Thyssen-Bornemisza dedica a los Impresionistas Americanos.
Norteamérica cayó bajo el influjo impresionista gracia a pintores patrios, como John Singer Sargent o Mary Cassatt, que viajaron a Francia para empaparse del espíritu y técnicas de esta nueva corriente, confraternizando de paso con los maestros franceses, y regresaron a su tierra natal para aplicar esos nuevos postulados y adaptarlos, en cierta medida, al gusto norteamericano. Estos pintores hicieron de avanzadilla y las exposiciones que rindieron homenaje al impresionismo francés en Nueva York, Boston, Chicago… hicieron el resto. El público quedó cautivado por el Impresionismo.
“Es verdad que antes iría a Europa que al Cielo” (William Merrit Chase 1872).
Se puede decir más alto, pero no más claro. La fascinación de los americanos espoleó sus pinceles y los llevó al aire libre a “capturar” la Naturaleza. Y el esfuerzo dio sus frutos. Vaya que sí…Impresionistas Americanos
Si vais al Museo Thyssen de Madrid descubriréis “joyas” pictóricas de la mano de “orfebres” como Mary Cassatt, Childe Hassam, William Merrit Chase, Thomas Wilmer Dewing o Frank Weston Benson (por citar sólo algunos), junto a los más conocidos Sargent o Whistler, así como obras de Monet, Manet, Morisot que dejan patente la influencia que ejercieron los artistas franceses en sus colegas allende el Atlántico…
La visita os mostrará el encanto de la región gala de Giverny, con sus vaporosos matices, tal y como la apreciaron Theodore Robinson en sus árboles en flor y el propio Monet, así como las espectaculares vistas de las “americanas” colinas Shinnecock pintadas por Merrit Chase. Asimismo comprobaréis que para los impresionistas cualquier momento del día era ideal para sacar los pinceles a jugar: Whistler parecía sentirse más cómodo en los azules y plata de la noche mientras Twatchman se explayaba en el día y en el blanco de los paisajes nevados.
¿Y qué decir de las estaciones?. Si nos fijamos en los campos de trigo de los “segadores” de Sargent y las chicas de la barca de Mary Cassatt hay un evidente tributo al verano pero los “Doce estudios de un día de otoño”, de John Leslie Breck (donde asistimos a las sombras cambiantes del día), o el retrato de Mary Cassatt de una joven sentada en un banco con un abrigo que parece haberse mimetizado con los colores del otoño, parecen pregonar a los cuatro vientos la fascinación de los impresionistas por la estación de “la caída de la hoja” .
Pronto sentiréis que este arte impresionista, que tantos detractores tuvo en su momento, no sólo juega con la vista del espectador sino con sus restantes sentidos. Y si no, fijaos en el gran cuadro de Childe Hassam, “Aguacero-Rue Bonaparte” y decidme si no percibís la atmósfera húmeda de un día lluvioso al acercaros a contemplar la larga calle flanqueada de carruajes, o el sonido de la carretilla del anciano que “amenaza” con salirse del marco para venir a nuestro encuentro. ¿ Y no “oís”, desde otro rincón de la sala, las bulliciosas conversaciones entre damas y caballeros que van en sus elegantes carruajes al Grand Prix?.
No exagero si digo que la visita a esta exposición me ha producido un levísimo “Síndrome de Stendhal” pero en lugar de ser Florencia la causa de mi abrumación lo han sido Thomas Wilmer Dewing con su “Verano”, donde una atmósfera onírica con brumosos tonos de verde muestra dos mujeres pescando, y Frank Weston Benson con sus retratos de niñas que, ya estén jugando en la hierba o haciendo visera con la mano, no dejan indiferente a nadie. “Culpable” también lo ha sido Childe Hassam con esa elegante “Commonwealth Avenue de Boston” cuya atmósfera serena y bella rivaliza con la placidez de las “Dos mujeres dormidas en una barca bajo los sauces” de Sargent…
Podría seguir enumerando cuadros pero es mejor que los descubráis por vosotr@s mism@s. Seguramente hallaréis en algunos de ellos vuestro “refugio secreto” y cuando salgáis del museo su recuerdo os dejará una impronta como las ondas que se forman en el agua al arrojar un guijarro: una “impresión” sutil llena de hermosura y añoranza…

Más información:
Exposición Impresionismo Americano. Del 4 de Noviembre 2014 al 1 de Febrero de 2015. Entrada: 9 euros.
Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8 Madrid.

http://www.museothyssen.org/thyssen/home